En su
furia se había convertido en otra persona totalmente distinta, no
diferenciaba credo, lengua, sexo o preferencia de algún tipo, en su
mente todo eso se había vuelto inútil y sin sentido, lo único que
el entendía es que en su mano sostenía aquella arma, un revolver,
que solo requería de un ligero jalón para ejercer un poderoso
impacto que podría destruir carne, hueso, incluso metal y concreto.
El
primero en caer fue un hombre que no reconocía, de lentes, su mirada
era incrédula, le trato de decir algo pero no entro en su cabeza, un
ligero jalón de dedo hizo que la rodilla derecha de su victima se
convirtiera en una masa sanguinolenta que estaba entre el piso, la
pared del fondo y colgando desesperadamente de la misma victima que
se encontraba hundido en un dolor absoluto, sudando frio y tratando
de no perder la conciencia.
Detrás
de el aquella bestia escucho algo, sin pensarlo movió su cuerpo de
inmediato y soltó una bala reflexivamente, la mujer que iba
corriendo hacia la primera victima cayo de golpe al piso y con manos
temblorosas se cubría la herida de la cual salia un borbotón
continuo de sangre.
Una
tercera figura llego al cuarto, este era enorme, de grandes músculos,
su rostro denotaba que estaba furioso pero a la vez no era el rostro
que aquel monstruo cargaba consigo, el suyo era un rostro de furia
pura sin control, de una bestia desatada, la del otro hombre
simplemente era una muestra de su impotencia a la situación.
Sin
pensarlo mas otra bala salio del arma y el gigante cayo de golpe al
suelo, impactándose contra la pared que fue lo único que previno
que cayera al piso como los otros dos lo habían hecho.
Después
de pasado esto hubo calma y con toda la serenidad posible el hombre
uso el teléfono de la casa para marcar a emergencias, no dijo nada,
simplemente dejo descolgada la linea y se retiro de aquel lugar que
alguna vez había llamado hogar.
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