En los ojos de aquel galante Caballero quedo la plasmada la imagen de asombro y terror al ver aquella tierra mítica de la cual le habían hablado por tantos años y de donde sabia provenían mujeres salvajes, bravas y valientes, las cuales viajaban en animales míticos alados y vestían con cuanto oro y piedra preciosa encontrasen a su alrededor.
Esta tierra era todo lo opuesto, un horno candente e inhóspito, sin mujeres preciosas, piedras o minerales de alto valor y mucho menos criaturas míticas que le fuesen a destruir. Lo único que había encontrado era una civilización Bizantina, muy parecida a la cual el gobernaba en aquella ciudad que se le conocía como la joya del mundo, y decidió regresarse mientras maldecía a aquellos que le habían hablado toda su vida de este lugar.
-California… que mentira tan grande…-
Si tan solo aquel hombre no se hubiera dado por vencido tan rápido hubiese encontrado, viajado mas al norte, aquello de lo que le habían hablado por tanto tiempo y que con tantas ansias buscaba.
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