En
aquella calle transitada, que visitaba cuando trabajaba en una
empresa que no menciono, estaban unos tacos al vapor que eran de
cuestionable calidad y sabor, mas bien no sabían a nada, y mientras
trataba de degustarlos, tragarlos, apareció un hombre que recuerdo
muy bien hasta la fecha.
Era
viejo, arrugado, se veía cansado pero no débil, gastado por el
campo, su vestimenta me lo hacia saber claramente, con su piel de
bronce como prueba adicional de ello, cargaba en sus manos un
sombrero de paja que extendía a todos los presentes en busca de algo
de dinero, lo que fuera, con la razón de buscar su sustento ya que
en su condición seria muy difícil trabajar.
En
aquel momento que vi a ese hombre sentí pena por el, seguí comiendo
aquel asqueroso taco pero me quede decidido a entregarle algo de
dinero pero no se si fue mi acción o no lo que provoco que una
lagrima recorriera su mejilla izquierda, de un ojo que estaba medio
abierto y de un color blanco atemorizarte.
De
inmediato saque algo de dinero y lo deposite en su sombrero, el
hombre me agradeció con una sonrisa parcial, apenas perceptible en
aquel rostro desgastado, y continuo en búsqueda de su sustento entre
los otros clientes de aquel horrible carrito taquero.
Hasta
la fecha todavía recuerdo su rostro... marcado por la tristeza, el
desespero y el cansancio...
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