Aquel
era un día normal, el sol brillaba, las ventanas de la oficina
lograban refractar la mayor parte del sol y daban paso solo a lo
suficiente para mantener todo el piso iluminado; la gente se mantenía
ocupada viajando de aquí para acá, contestando teléfonos,
tecleando en su computadora, eran pocos los que veían ocio en aquel
espacio y los que lo hacían sabían como hacerlo por sus incontables
años de experiencias trabajando dentro de un cubículo de dos metros
por dos.
Uno
de ellos se encontraba durmiendo tranquilamente en su cubículo,
tenia alineada su posición de tal manera que no podrían notar que
lo hacia y gracias a unas grabaciones que había hecho tenia una
cubierta infalible del sonido de teclas y un protector de pantalla
donde continuamente se agregaban letras a un fondo blanco, era la
solución perfecta para esos días donde no quería hacer mas que
descansar por aquellas brutales resacas de los días anteriores.
Fue
en este proceso de ocio cuando el teléfono sonó e interrumpió la
visita de morfeo, como era costumbre le ignoro y dejo que el mensaje
entrara a la grabadora la cual reproducía el mensaje por el altavoz
con un muy bajo sonido, todo para saber si su jefe le estaba
buscando, y el producto de este fue un ligero zumbido seguido por lo
que parecía ser viento. El sonido no paraba, el hombre movió
ligeramente la cabeza hacia el teléfono y colgó pero el sonido
continuaba, colgó nuevamente y no había cambio, desconecto el
teléfono y noto que el sonido seguía proviniendo dentro del aparato
en si.
Primero
inspecciono el aparato, el sonido no provenía de la bocina en si
sino de alguna parte de su interior, lo removió de su lugar y
comenzó a agitarlo, no parecía existir nada que produjera algo como
lo que escuchaba, menos cuando este ya se encontraba completamente
desconectado de sus fuentes correspondientes. La curiosidad gano y
comenzó a desarmarlo, pieza a pieza, tratando de no quebrar ninguna
de estas, perder un tornillo y manteniendolas todas en diferentes
partes de su escritorio para volver a reconstruirlo tal cual como
estaba.
Una
vez abierto el aparato y examinado las entrañas encontró lo que
parecía ser una canica, pequeña, no mas grande de unos milímetros,
era oscura totalmente y fría al tacto, cuando el hombre la tomaba
esta parecía querer absorber la piel, como si fuera alguna clase de
garrapata. Al principio esto fue algo bastante curioso, no sabia
quien podía ser el gracioso que aplicara tal broma a el ni mucho
menos quien podría tomarse el suficiente tiempo para hacerlos pero
le agradaba el detalle, tanto que la dejo sobre su teclado como
recuerdo y después de reconstruir el teléfono volvió a su viaje
con morfeo.
Paso
el tiempo, tal vez minutos y horas, no estaba seguro, pero el sonido
se volvió una molestia y una corriente helada le cruzaba por el
cuerpo, al abrir los ojos su reacción natural fue la de echarse
hacia atrás y observar no solo sorprendido sino aterrorizado por lo
que veían sus ojos. Ahí estaba aquella canica la cual había
aumentado exponencialmente de tamaño cientos de veces, era
aproximadamente de veinte pulgadas de longitud y continuaba creciendo
mientras palpitaba y giraba sobre la mesa, devoraba todo aquello que
le rodeaba.
Sin
saberlo ni poder hacer mucho aquella esfera continuo su tarea de
crecimiento y vio como no solo terminaba por demoler todo lo que
tenia en su escritorio, su oficina, el piso y el edificio, también
vivió en carne propia como aquel objeto de enormes capacidades le
absorbía y convertía en polvo cósmico que se quedaba atrapado
eternamente en un tiempo y espacio sin existencia donde solo reina la
oscuridad y soledad.
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