El
hombre caminaba sin rumbo por la oscuridad en un desierto donde no había visto
ni una sola gota de agua o un rayo de sol en días, semanas, meses, tal vez años,
desconocía cuanto tiempo llevaba en aquel lugar desolado y le costaba más trabajo
entender hacia donde iba.
En
algún punto de su estancia en aquel infierno gélido y lúgubre se topó con un pequeño
rayo de luz, lentamente dándole el calor que él ocupaba con tanta ansia y una
señal de esperanza; avanzando por esa dirección le premiaba con mayor calor y
luz, le daba una gran sensación de pertenencia en este universo donde no existe
nada.
Al
toparse frente a frente con la fuente se encuentra con una gigantesca ave, una
fuente increíble de luz llena de candor, belleza y fuerza, la cual extendió sus
alas a lo largo para tomar el vuelo, dejando a aquel hombre impresionado, mucho
más que eso, por lo que veía, y a la vez interesado en saber por qué el ave
tomaba el vuelo, que significaba, cuál sería la razón para dejarlo ahí.
Su
respuesta vino rápida y furiosamente hacia él, una fuerza que le provoco terror
y rabia le inundo de inmediato, aquel ave venía a toda velocidad contra él, quebrándose,
convirtiéndose en cenizas, en nada, cuando le golpeo el ave ya no era nada pero
el hombre no reaccionaba, se encontraba tirado en el suelo e inconsciente.
Una
vez de vuelta en si se encontró en un nuevo mundo, con una luz tenue que cubría
todo y cientos de figuras que parecían vagar como el dentro de la infinidad de
oscuridad; se daba cuenta que ahora el irradiaba de manera tenue pero de la
misma manera esto atraía a los demás hacia el en busca de lo que alguna vez
obtuvo y en lo que ahora se convertía, esperanza.
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