Imagínate
que tienes los ojos vendados, imagina que te tienen en un lugar lleno de
oscuridad y que te da miedo, te llena de pavor y terror principalmente por que
no sabes cómo llegaste aquí, no entiendes por qué te tienen encerrado en un
lugar tan espantoso como este; te tienen sentado en una silla incomoda, con
pequeñas púas sobre glúteos y espalda, donde tus manos y pies están amarrados,
no puedes hablar, al menos que se te permita, porque tu boca esta rellena de algodón
barato, ese algodón sobresale a propósito y ayuda a que la sangre de tu nariz
rota no ensucie tu ropa, no vaya a ser que te regañen por llegar algún día a trabajar
sucio.
Imagina
que todos los días te susurran al oído, te dicen cosas bonitas, te halagan, te
conquistan con boberías, te entretienen pero también te recriminan, chillan, sisean,
ladran, te acusan de cosas que desconoces, algunas suenan familiares pero sabes
que la mayoría son inventadas, te quieren mantener bajo presión lo cual logran fácil
y gratamente por lo logras divisar en los tonos de voz y mientras lo hacen
recibes una continua tunda, a golpes, a palos, con cadenas, con tehuacanazos, con lo que se tenga a la
mano, no importa, te va a doler, les va a agradar, y hasta la fecha todavía no
comprendes realmente porque lo siguen haciendo, por más cuestiones que tiren
sobre ti, porque tú no has hecho nada malo, al menos tu conciencia te permite
dormir con eso todos los días, simplemente tratas de vivir la vida, de respirar
tan siquiera, y cuando encuentras alguna injusticia generas un reclamo
justificable, principalmente el de tu estancia aquí, el cual recibe como
respuesta otra serie de ofensas físicas; te alimentan con lo que este a la
mano, tu tracto digestivo te agradece que al menos tienes algo que comer todos
los días, a diferencia de muchos otros que viven en una pobreza extrema y pasan
terribles hambres, y tus ojos agradecen estar vendados en estos momentos ya que
no se atreven a querer correlacionar el sabor y el olfato con una imagen
horrenda, bastante tienes ya con tener que olfatearlo y degustarlo pero ahí no
termina ya que también te recrimina tu cuerpo este hecho con horribles enfermedades
y una infinidad de parásitos que habitan en tu interior; los olores que
penetran tu nariz no son más confortables que lo demás, te llega un olor a
azufre cada vez que tienes a uno de ellos cerca hablándote al oído, a
podredumbre maltrecha, a muerte y destrucción, a cenizas estériles las cuales también
haz probado, te llegan olores que nunca imaginaste percibir directamente, son
olores de la humanidad, de su oscuridad más profunda, donde ahondan horribles
demonios que te encierran día a día.
Las
voces siempre te han hablado con cinismo, lo sabes, no eres tonto, pero eres
muy dejado, eres dejado por que tienes mucho miedo de lo que está pasando, ya has
escuchado lo que le pasa a los otros, sus gritos, a los cuales tu también te has
sumado incontables veces, sus llantos, sus peticiones, su terrible rogar, por
ellos, por sus hijos, sus amigos, sus esposas, sus madres y padres, ya no están
aquí pero tú los recuerdas, todos los que les sobreviven los recuerdan, han
hecho una promesa sorda a esto, por lo cual no los debes olvidar, porque si lo
haces no habrá valido la pena, nada de esto valdrá la pena una vez fuera del
agujero terrible de oscuridad donde te han encerrado ya que sabes, con
confianza que a veces muere y renace como el fénix, que eventualmente lo puedes
lograr, esperas hacerlo, ojala suceda...
Eres
también muy conformista, no quieres hacer nada por qué piensas que el simple
hecho de respirar y arrastrarte te debe ganar el permiso de tus amos a no
recibir un castigo severo pero lentamente comprendiste que eso era una mentira,
que sin importar lo que hagas te siguen robando un cachito más de tu alma, te
siguen ultrajando los oídos con terribles palabras que se graban en tu subconsciente
para toda la eternidad, tu piel marcada con brutales cicatrices, yagas, venas
tronadas, eres una figura que ha sido torturada demasiado en todos los sentidos
pero aun así haz resistido la adversidad y aquí sigues, no sabes como pero lo has
hecho y al final del día es lo único que te reconforta, el poder seguir con
vida para vivir otro día mas aunque lamentablemente como un esclavo.
Un
día notas un poco de luz a través de tus vendas, también notas, curiosamente,
que ya no hay vendas; miras tus manos, están deshechas, pero afortunadamente completas;
comprendes que tampoco estas amarrado a esa espantosa silla, de hecho parece ser
que nunca lo estuviste, todo era parte del control que ejercían sobre ti y el
terror que te tenia petrificado, te puedes mover libremente, gozas de hacerlo después
de estar tanto tiempo bajo ese régimen; las voces se escuchan pero ya muy lejos
aunque continua igual de amenazadoras que siempre y ahora parecen más
enfurecidas que nunca, parecen gritar y escupir veneno y azufre, los olores que
ya conoces de memoria, con cada palabra, con cada ruido, con cada respiro, pero
no te hacen daño; la salida del cuarto es lo más difícil que has hecho y una
vez que lo haces encuentras que muchos también se encuentran afuera, sobre un
largo y frio pasillo de concreto que lleva a un pequeño sendero de luz, tu
salida de aquel cuarto, el cuarto 101 según recuerdas por aquella placa oxidada,
es relativamente grata pero no termina ahí, sabes que todavía tienes que cruzar
hacia allá y que el camino está lleno de tropiezos, sabes que todavía los
demonios están sueltos y que trataran de hacer todo lo posible para regresarte
a esa silla, no lo lograran, sabes lo que tienes que hacer, sabes que la
pesadilla está a punto de acabar, no te rindes, no das ya pasos hacia atrás, ignoras
las voces que tratan de seguir comandándote, entiendes que están vacías, son
como navajas que cortan sobre pizarras, frías y lúgubres pero sabes que son
solo eso, palabras frías y lúgubres que se van con el viento; vas con los otros
y les pides que te sigan, lentamente todos acceden aunque no están menos
aterrados que tu aunque comprenden que es mejor ir acompañados que solos, la
caminata es corta pero parece una eternidad, solo te queda ser fuerte y resistir,
aguantar un poco más y poder disfrutar del calor de una nueva vida donde el
trabajo no termina pero al menos serás libre y con ello viene el regocijo de una
nueva luz que guía tu camino desde la oscuridad.
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