Un
niño corría por un parque, tratando de esconderse para evitar perder en aquel
juego de escondidas del que tanto gozamos varios alguna vez, y en su carrera termina
perdiéndose en la parte lejana de este donde encuentra una estatua de mármol.
-¿Quien
anda ahí?- Pregunta la voz de una mujer y el niño se espanta, busca la fuente
de la voz pero no ve nada en la creciente oscuridad del parque, y no es hasta
que mira hacia arriba cuando se da cuenta que la estatua muestra indicios de
vida. -¿Sigues ahí?-
-¿Quién
es usted?-
-Yo
soy Justicia- El niño admiro la estatua detalladamente, era la de una mujer en
toga, sosteniendo una balanza en la mano derecha, una espada con la izquierda,
una venda que cubría sus ojos y una corona de oro que relucía incluso aun con
la poca luz que llegaba todavía. Impresionado, el niño empezó a bombardearla
con preguntas.
-¿Porque
te llamas Justicia?-
-Es
el nombre que los Romanos me dieron-
-¿Quiénes
son los Romanos?-
-Gente
que ya no está aquí-
-¿Y
cuánto tiempo llevas aquí?-
-Mucho,
más del que quisiera-
-¿Y
qué haces todo el día?-
-Nada,
yo no me muevo de aquí porque soy una estatua-
-¿Por
qué tienes una espada entonces, peleas contra la gente mala o buena?-
-Yo
peleo contra aquel que quebranta las sagradas leyes y busco justicia sobre de
ellos, por eso mi espada siempre está conmigo-
-¿Por
qué tienes eso en la otra mano?-
-Esto
es una balanza- Justicia levanto ligeramente la balanza la cual se movió de un
lado a otro hasta quedarse estática otra vez. –Demuestra que existe un balance
entre la verdad y lo que es justo, ergo yo veo que la ética sea usada
correctamente, si las pruebas a favor o en tu contra son suficientes esta se ha
de mover hacia donde corresponda y dará mi veredicto final ante aquel que ha
sido llamado ante mí-
-¿Y
cómo lo haces si tienes tapados los ojos con esa venda?-
-La
venda representa mi imparcialidad ante aquel que vaya a juzgar, no debe
importar su nivel socio-económico, sus conocidos o sus títulos, yo he de
administrarle mi gran derecho, dado a mí por el poder del hombre, de manera
justa ante todos-
-¿Y
esa corona tan grande?-
-Soy
suprema ante todo, nada está arriba de mí-
-Pero…
no entiendo-
-¿Qué
es lo que no entiendes?-
-La
balanza tiene oro dentro de ella, eso significa que el peso de un lado de la
balanza es injusto y quiere decir que alguien ha comprado un favor para que el
resultado le favorezca-
-¿Cómo
sería eso posible si yo soy imparcial a todos?-
-La
tela de tu venda es muy delgada, puedes ver quien es aquel que juzgas y darle
un veredicto favorable con tu balanza-
-¡Mentira,
eso no es cierto soy imparcial ante todos sin excepción!-
-Entonces
no sabes si la sangre que cubre tu espada es realmente de una persona inocente
o no, puede ser de alguien que fue culpado y juzgado de manera incorrecta, ¡pudo
sufrir mucho!-
-¡Justicia
reina sobre todo, la ley se debe acatar!-
-Creo
que Justicia me da miedo… luchas contra el que te convenga-
-¡No
haz entendido el concepto de lo que soy yo, Justicia, ahora vete niño y déjame en
paz!- El niño se retiró apresuradamente mientras observaba como la estatua desaparecía
detrás de él, carcomida por la oscuridad y un rostro furioso que podría devorarle
en un segundo.
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