Hubo un silencio
aterrador después de que aquella piedra cayo de golpe detrás de el,
algo había activado la trampa y esperaba que no fuera algo que dejo
pasar en la oscuridad de aquel pasillo.
Al dar media vuelta ahí
estaba, la gigantesca piedra en el piso, esta aplastaba lo que
parecía ser un brazo escueto naranja que aun se movía, al lado de
este una daga de plata que brillaba con claridad gracias a la luz que
venia de la entrada.
A unos centímetros de la
piedra quedaba un rio de sangre que marcaba piso y pared, continuaba
creciendo lentamente al ver que una criatura de piel naranja con ojos
amarillos brillosos observaba con terror al enano y la piedra, sin
saber que hacer, sin saber para donde correr.
El enano tomo su hacha de
mano para cortar leña y la apunto hacia aquella criatura que
continuaba congelada, sangrando de lo que quedaba de su brazo derecho
y la cabeza.
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