La libélula y el Abogado
Abogado: Experto en derecho,
acreditado con título universitario, que presta asistencia técnica jurídica
aconsejando o defendiendo a alguna de las partes en un juicio.
El abogado, legado
del Imperio Romano y su jurisprudencia, hombre derecho y de buen criterio y
juicio, justo y noble en sus actos que solo busca defender a aquel que ha sido
condenado o marcado a una pena por un crimen. Dicho es el legado y actos de
cualquier buen abogado como el que hemos de conocer hoy, un hombre de bóvedas
de oro y finas pieles de países exóticos impronunciables. En su oficina en uno
de los edificios más altos disfruta de un coñac muy caro, el más fino según
varios catadores, y de un cigarro importado de un país tercermundista donde
dicho coñac, por su valor monetario no el contenido, podría alimentar a
familias por semanas si no es que meses. Este hombre ha logrado su cometido atreves
de varios agujeros en el sistema judicial y se ha visto recompensado con fama
mundial y clientes de renombre que solo aumentan el lado polémico de este
personaje. Hoy ha sido un día espectacular donde un juicio que le ha traído una
cantidad de dinero que jamás había visto junta en toda su vida, ni aun contando
todo el dinero que él posee en este momento, y que le ha traído un renombre tan
amplio que en todos los rincones del planeta hablan de él. Este hombre se regocija
enormemente con sus adornos de oro y su sonrisa macabra cuando una libélula
interrumpe su pensamiento, esta posada sobre el cristal por el cual mira.
-Una libélula… que
interesante, que extraño de hecho en un piso tan alto y en esta zona- Dijo el
hombre mientras pasaba su mano izquierda por su barbilla intrigado por el
insecto.
-Tiembla mortal,
hoy vengo a ser tu juez y verdugo- Se escucho una voz que le puso en máxima
alerta.
-¿Quién está ahí?
Le advierto que tengo una manada de guardias que me cuidan y cualquier cosa que
trate de hacer usted se le vera recompensada con la peor tortura de su
existencia- El hombre volvió la mirada a varias partes de su oficina, al oso
gigantesco traído de tierras frígidas que nunca había visitado pero que era un
imponente ejemplar, las aves exóticas y en peligro de extinción disecadas que
tenia adornando un buro, los tapetes de felinos tan bellos y temibles que solo
un verdadero animal podría matarles por su piel y al final la puerta gigante de
caoba que impedía la salida de cualquier sonido de esta oficina al exterior,
por petición suya.
-Tu no sabes lo
que es la palabra tortura. Eres un monstruo que se la pasa torturando todos los
días a gente inocente- El hombre se levanto con furia de su sillón y grito a pulmón.
-¿Quién se atreve
a decir tales estupideces, salga ahora y de la cara?- Pero no hubo ninguna
respuesta más que una risilla disimulada que se iba perdiendo en forma de eco.
–Salga-
-Estoy frente a ti
y me ignoras, que triste- El hombre nuevamente examino todo y por casualidad
regreso su mirada a la libélula la cual producía un leve haz de luz que le cegó
momentáneamente para después encontrarse frente a un martillo gigante con un
par de ojos sujetados de este y formando una balanza. –Tu juicio llega hoy-
-¡Yo no puedo ser
enjuiciado, soy un hombre de ley!-
-Un hombre
torcido, corrupto y enfermo, el anagrama de monstruo y ni siquiera das cuentas
a nada de esto ni hoy ni cuando empezabas-
-Me he convertido
en un hombre de poder y respeto, así se me debe tratar y así se me debe dar a
conocer, como un Dios entre los Dioses-
-Tus vacilaciones
me dejan anonadado, es como si tú mismo creyeras tu propia mentira. ¡Que bárbaro
sois, toda una bestia!-
-No existen
mentiras más que las necesarias-
-Eso es una
falsedad. Haz rescatado a asesinos, criminales de alta calaña y a violadores
con tal de que te paguen una alta suma y si es necesario haz de prefabricar
todo ese momento para tu satisfacción y ventaja. Masturbación mental le llamas
pero ante mis ojos eso no es nada más que una justa razón para buscarte una
muerte inmediata-
-¿Mentiras? ¡Pero
que no vez que soy Dios! Yo hago lo que me plazca, tengo suficiente dinero para
dominar una nación, lo que ordeno se hace y si es necesario reconstruiría el
sistema judicial a mi beneficio, yo soy alfa y omega, el principio y fin de
todas las vidas que pasan por mis manos, yo tengo la capacidad de dar vida o
muerte, soy un Emperador Romano en un Coliseo y todo aquel que no me respete
como tal será tirado a los Leones como los ilusos Cristianos y sus boberías-
-Hieres a tanta
gente en tu proceso de ser Dios que me halagas- La voz comenzó a reír
nuevamente pero esta vez de una manera más abierta y cínica. –Si supieras
cuanto te falta para ser un Dios realmente y que tan cerca estas de serlo no me
lo creerías-
-Dímelo- Hubo un
silencio infinito -¡Dímelo!-
-Solo necesitas
volar, cualquier Dios tiene esa capacidad y tú la tienes-
-¡Yo ya vuelo
entre los hombres, yo ya soy Dios!-
-¡Entonces
demuéstraselos y vuela, VUELA!- El hombre salió disparado hacia la ventana y
con un grito, al principio barbárico y casi de manera inmediata de terror, cayo
disparado hacia el asfalto unos sesenta o setenta pisos lo cual no importaba
mucho ya que el resultado sería igual para él, irreconocible al grado que les tomaría
días lograr identificarlo como aquel abogado, encontrándose en el pináculo de
su carrera, podría lanzarse desde tan alto como para terminar así. Jamás lo sabrán
por que solo los ojos de Dios, la libélula, y los de este mortal han sabido lo
que transcurrió ese día.
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