En unos
apartamentos moribundos de décadas pasadas baila una figura, sucia, mal vestida
y emanando un olor a baño público, entre uno de los pasillos malolientes del
tercer piso. La figura, con aspecto lúgubre y los ojos algo perdidos, divaga
lentamente hasta llegar a una de las puertas y se detiene calmadamente frente a
ella tratando de no causar ruido.
-309- Pensó la
figura y se quedo estático sin hacer absolutamente nada, tan estático como
podía ya que sentía como si el piso se le moviera, y trato de escuchar hacia el
interior del apartamento donde sonaba el suave crujido de pies sobre madera
vieja. -¿Tumbo de una patada la puerta como clásico hombre de acción o derribo
la perilla de un balazo?-
Sin mucho pensar
la figura produjo un revolver de su chamarra y de un balazo destrozo buena
parte de la perilla pero esta no cedió cuando la empujo levemente.
-Odio las
pinches puertas- En un impulso de furia pateo la puerta tal cual hombre de
acción, entro de golpe al apartamento y soltó uno, dos, tres tiros a la primera
figura que vio moverse la cual cayo de golpe al piso sin gritar ni hacer mas
faramalla. No sabía si realmente le había dado a lo que le tenía que disparar
pero por ello se acerco lentamente a lo que parecía ser una sala y vio una
figura ensangrentada en el piso la cual jadeaba y escupía sangre de la boca y
de sus perforaciones en el tórax. –Nuevamente, otra víctima más de la
inseguridad y el crimen organizado en la ciudad-
La figura dijo
al hombre moribundo y guardo su revólver para después examinar la figura con
más detalle y encontrar una irregularidad. De inmediato saco una foto que tenía
en su cartera y la comparo con su víctima para guardarla y hacer un gesto de
complacimiento.
-¿Tiene
alcohol?- La víctima no le respondió a lo cual la figura simplemente se encogió
de hombros y suspiro. –Si claro, me estoy ahogando y me hago el que no puedo
responder-
La figura
comenzó a buscar por la casa alguna clase de alcohol y después de una corta
búsqueda encontró lo que parecía ser una botella de whiskey a medio tomar de la
cual ingirió un poco. –Triste es su caso por no ser la persona responsable a la
cual me mandaron a visitar. Mil disculpas por la molestia y gracias por el
whiskey-
Con gran descaro
abandono la habitación y el apartamento pero no sin antes checar la puerta que
había derrumbado y darse cuenta que el número nueve que aparecía era realmente
un seis que se había caído. Lo que causa perder un tornillo… alguien debería
arreglar eso o podría pasar algo grave, pensó y continúo su viaje por el pasillo
hasta encontrar el número correcto. Antes de continuar su travesía se pregunto
si debería ingerir el contenido de la botella o usarla de bomba molotov para
quemar a su víctima una vez que le rompiera las piernas… ¿Qué locura estaba
pensando, quien en su sano juicio desperdiciaría una buena botella de whiskey
por tratar de quemar a alguien vivo con ella? Mejor usaba gasolina o
simplemente le rompía las piernas y lo dejaba morir en algún basurero de la
ciudad que igual nadie le iba a encontrar después de que acabaran con él.
Decidida la acción termino con el contenido de la botella de golpe y la dejo
caer de golpe, tomo su revólver, acciono el martillo del arma y disparo contra
la perilla… o eso iba a hacer hasta que por alguna iluminación divina se le ocurrió
checar si la puerta había sido cerrada con seguro o no y como por arte de magia
esta se abrió de par en par como si nada.
-¿Bueno que
clase de persona deja abierta su puerta con tanto loco por aquí? – La figura se
quedo pensando al respecto pero fue interrumpido cuando escucho a alguien
corriendo adentro del apartamento y la visita de dos balas que atravesaron la
puerta y casi le vuelan la cabeza. Este simplemente abrió la puerta y tiro dos
veces contra su enemigo que no podía ver y de ahí escucho el sonido de una
ventana abriéndose, al instante la figura abrió la puerta y vio como su
objetivo se escapaba dando un brinco por la ventana sin ser alcanzado por una
bala adicional que disparo nuestro amigo. Al correr hacia la ventana se percato
que, en efecto, estaban a tres pisos de altura y que la víctima había caído en
un callejón detrás de los edificios y de paso sufrido una fractura tan grave en
las piernas que se encontraba agonizando tratando de arrastrarse hacia la calle
pidiendo ayuda.
-Me caga la pinche
gente loca que se tira por las ventanas y pide ayuda- Dijo la figura al
recordar que su arma solo cargaba seis balas y que no había traído mas por ser
barato y creer que con eso le bastaba para terminar la tarea. Este nuevamente
salió al pasillo y volteo hacia las escaleras mientras gruñía –Me caga subir y
bajar escaleras-
Sin más remedio
se dirigió a su carro que se encontraba afuera del edificio, una
carroza-tanque-crucero de batalla de hacia al menos unos cuarenta años pero que
no llamaba la atención por el mal estado en el cual se encontraban el exterior
e interior del vehículo. De la cajuela saco tres cosas; un contenedor metálico
donde traía gasolina, unos cerillos y una cajetilla de cigarros de la cual
retiro uno y lo encendió para después emprender el viaje, sin cerrar la cajuela
por esto debía ser rápido, hacia su víctima la cual seguir agonizando en el
callejón gritando por ayuda y ahora con más fuerza al ver a la figura tan
espeluznante.
-¡Navarro,
aléjate de mí!- Grito la victima la cual se cubría así mismo con su mano
derecha como si el hecho de esconder al hombre de su vista lo iba a realmente
alejar de ahí. La figura en ese momento recordó que así se llamaba, o según así
le decían, y dándole poca importancia se aproximo al hombre mientras se sumía
en su cabeza el hecho de que un criminal le había reconocido y eso no era bueno
para el negocio, especialmente en este negocio.
-No te muevas y
todo acaba pronto- Navarro se detuvo cerca de la victima la cual seguía
tratando de alejarse en agonía y para que se dejara de mover le piso una pierna
con lo cual el dolor aumento a un mil por ciento y los gritos peor.
-¡Navarro estás
enfermo, me quieres quemar vivo!-
-Dos cosas, la
primera es que me encuentro perfectamente de mi salud pero gracias por preocuparte-
Navarro inhalo un poco de su cigarro y dejo salir el humo. –Segunda, yo no soy
el enfermo que se quiere tirar de un tercer piso para evitar que me den un
balazo. Esto pudo haber terminado rápido pero no, te tenías que tirar del
tercer piso, romperte las piernas lo cual es un gusto del cual me privaste y
todavía te quejas por que te quiero matar, eres un objetivo muy malo. ¡Eres el
peor objetivo que he tenido!-
-Preferí tirarme
de la ventana porque eres un enfermo y me advirtieron de lo que podías hacerme-
-¡Sorpresa! Se
te ocurre tirarte de un tercer piso con intenciones de morir en el intento y no
lo logras y ahora aquí me tienes enfrente de ti con menores posibilidades de
defenderte, ni siquiera sabes donde quedo tu pistola- Navarro saco su revólver
y se lo puso en las manos a su víctima –Mira, toma, dispárame y eso te hará
sentir seguro-
Por intuición la
victima jalo el gatillo pero el arma hizo un temible clic. Navarro simplemente
empezó a reírse como un maniaco al ver la cara de horror de su víctima cual le
tiro el revólver de vuelta, eso le gano un golpe con el contenedor de metal en
la cara el cual le rompió la nariz, el labio superior y le tumbo dos dientes de
enfrente mientras que la boca y la nariz se adornaban de sangre.
-Eso te lo ganas
por andar de chistoso- Navarro recogió su revólver y lo guardo dentro de la
chamarra nuevamente.
-Pinche
enfermo…- Sangre y más sangre decoraban la camisa de la pobre victima que ya no
sabía si en efecto haber brincado era la mejor idea de todas.
-Pudiste haber
tomado una o dos balas en la cara, no duelen tanto como crees, y ahí se hubiera
terminado toda esta aventura- Navarro tiro su cigarro el cual se le había
terminado por no prestarle atención y abrió el contenedor. –Mira, tengo prisa y
la verdad tengo muchas cosas que hacer por lo tanto o me das una buena razón
para dejarte ir con vida o te quemo vivo por que esas revistas me están
esperando para unas puñetas-
-¿Me quebré las
piernas, me quebraste la nariz y los dientes y ahora dices que me vas a dejar libre?
¡No te creo Navarro, ya deja de jugar tus juegos cínicos y acaba lo que
empezaste!-
-¿Tan pronto nos
rendimos? Bueno si así lo quieres entonces venga- Navarro roció a su víctima
con gasolina y después de prenderse un cigarro le tiro el cerillo pero este se
apago antes de llegar a su víctima. –Tienes suerte para que las cosas te salgan
mal, te doy merito-
La idea de
prender otro cerillo ya estaba cimentada en su cabeza cuando escucho leves
pasos viniendo del otro lado del callejón y apareció la figura tenue de un
vagabundo el cual se tambaleaba hacia su dirección.
-Eh… deme un
cigarro…- Dijo la figura entrecortada entre hipo con una voz que sonaba a la de
alguien que bebía alcohol con un porcentaje mas allá del punto legal, hedía a
cañería, a alcohol, a prostíbulo, a una taberna de mala muerte. Navarro le vio
con una sonrisa cínica y tiro un cigarro junto con la caja de cerillos sobre su
víctima mientras se alejaba de este mismo y el vagabundo. De inmediato al ver
la acción el vagabundo se abalanzo sobre el cigarro y tomo la caja de cerillos
para prenderlo mientras la victima de Navarro le gritaba que no lo hiciera, lo
que vino a continuación fue una llamarada enorme seguida por gritos infernales
de la victima empapada y del vagabundo vestido con harapos el cual rápidamente,
mucho más que el hombre ya caído, fue consumido por las llamas.
-Que pendejo…-
Navarro soltó una pequeña carcajada pero su felicidad duro poco al sentir una
presencia detrás de él. Lentamente volteo para ver que había una espesa neblina
detrás de él y una figura que no podía reconocer pero sabía que algo habitaba
dentro de ella.
-Navarro- Dijo
una voz gutural, infernal, inhumana. Al voltear se topo con una clase de mitad
hombre, mitad cabra, de tres rostros, uno de cada lado formando ambos un rostro
al medio, ojos rojos brillantes como rubíes, cuernos retorcidos, una flama
encima de su cabeza, un ala quebrada de color blanco y otra oscura que parecía
la de un cuervo, Navarro la había relacionado con la figura de Bafomet;
desafortunadamente no era la primera vez que la veía.
-¿Hombre cabra
que quieres ahora?-
La figura
inhumana se quedo en silencio, observándole con una mirada penetrante y antes
de que pudiera preguntar nuevamente esta volvió a hablar.
-El infierno te
espera- Le apunto con su dedo índice derecho, cadavérico y largo.
-No gracias,
diles que no me reserven una mesa, aparte me dijo mi agente de viajes que sale
muy caro ir al infierno en este temporada…-
-Tu tiempo ya
llega- Un gruñido salió de la figura y Navarro instintivamente tembló aunque no
estaba seguro si era por terror o por que el efecto de alguna droga estuviera
ya pasando.
-No gracias,
prefiero pudrirme primero a seguir a una cabra- Navarro saco el revólver y jalo
un par de veces el gatillo pero no sucedió nada, se había olvidado del hecho
que no cargaba con mas municiones y que el cilindro solo tenía para seis
rondas. –Me caga tener que enfrentar a cabras infernales y me caga quedarme sin
balas, para la próxima debo cargar con mas balas-
-Te queda poco
tiempo Navarro, tu fin esta cerca- La cabra produjo una risa infernal hueca y
sus ojos rojos brillaron hasta cegar a Navarro el cual después de parpadear no
encontró ni niebla ni cabra, simplemente su víctima y el vagabundo los cuales
ya estaban medio chamuscados y el sonido de patrullas alrededor.
-No vuelvo a
tomar limpiador de vidrios- Sin más que agregar nuestro amigo saco otro
cigarro, por costumbre, lo prendió y se dirigió a su carro para después navegar
por el laberinto que eran las calles del centro de la ciudad buscando un bar,
de los muchos que tenia marcados en un mapa que tenía en la guantera, del cual
no hubiera sido vetado por abusar de su crédito.