Tijuana, Baja
California
Taquería los
Panchos, o los Pepes, los Tíos, los Sobrinos, o cualesquiera que sea
que existan de a docena en la ciudad, eso no importaba, pero eso era
lo que debía decir a la entrada del pequeño lugar, que había
cambiado administración al menos unas diez veces, donde se vendían
tacos de toda clase de carne, en especial la de perro pero eso los
clientes no lo sabían ni deberían de saberlo jamas, buen secreto
guardado que le daba sabor y jugo al alimento sagrado nacional.
Cuatro hombres se
encontraban reunidos fuera del recinto, vaciá por el momento,
engullendo algunos tacos de carne con cervezas a la mano en vasos de
plástico rojo. Los cuatro vestían chamarras de cuero, camisas de
cuadros, pantalón de mezclilla y botas, dos con sombrero, uno blanco
y otro negro, se encontraban a los lados de la barra donde
disfrutaban de la comida.
Alrededor de ellos
sonaba una vieja televisión montada en un soporte de metal que había
sido reforzado a la pared varias veces y cerca de uno de los
taqueros, el que manejaba diestramente la adobada y mantenía el
calor arriba y abajo para tener la carne en su punto, estaba una
radio vieja, posiblemente de los ochenta, de la cual sonaba un ruido
estremecedor que solo podría ser conocida como banda, con una
canción melancólica acerca de un tipo que perdía a su pareja y ya
no la podía recuperar por algún asunto trivial que el no comprendía
en el momento.
-Compadre, ¿que
pedo con la sobrina?- Pregunto uno de los hombres conocido como el
güero manríquez.
-Pues nada, que dice
que el novio no quiere el plebe- Respondió un segundo hombre
conocido como el macanas
-Como el hijo de su
puta madre dice eso. Jijo de la chingada si no tiene madre, joto
tenia que salir el muy pendejo- Dijo el tercer hombre conocido como
el Coronel, mi Coronel.
-Eso es inaceptable
camarada, el morro la mantiene o se chinga por caliente- Dijo el
cuarto hombre conocido como el alambre.
-No compadre, o le
dice que se componga el morro o con un putazo lo arreglamos- Dijo el
güero manríquez.
-Ya se lo advertí,
o le hace caso o me le pongo al brinco con pinches tres plomos en el
fundillo- El Macana dio un trago a su cerveza y termino de comer su
taco. -Eh, otros dos mas con todo-
-Si jefe, van dos
con todo- El taquero asignado al destacamento de adobada afilo aprisa
el cuchillo y comenzó a poner algunas tortillas que baño con el
jugo de la misma carne.
-¿Y que dijo?-
Pregunto el güero manríquez.
-Pues nada, que va a
decir el cabrón- Respondió el Macana, -¿Oye que horas son?-
-La hora de irnos a
chingar a su madre- Dijo el güero manríquez. al ver su reloj de
oro. El Macana hizo una seña con su mano al taquero y este lo tomo
como una negativa para su siguiente orden. Los cuatro terminaron sus
cervezas, el güero manríquez. tomo su sombrero negro y el macana el
blanco, los acomodaron, pagaron y salieron al estacionamiento en
donde los esperaba su camioneta, una escalade negra con cristales
polarizados, prohibidos por la ley, y hechas de un material capaz de
resistir algunas balas. Los cuatro montaron la camioneta, el güero
manríquez. tomo el volante y el macana el de co-piloto, el coronel y
el alambre se acomodaron atrás detrás del piloto y co-piloto
respectivamente. La camioneta salio de prisa del estacionamiento en
aquella Taquería del centro de la ciudad y voló por uno de los
bulevares sin ruta aparente, si la había solo ellos podrían
saberlo.
-Déjame le hablo al
cabrón- Dijo el güero manríquez. y saco su celular. Marco unos
números y espero a que contestaran al otro lado de la línea,
-¿Loco?-
-¿Quien habla?-
Pregunto una voz débil y somnolienta
-¿Como que quien
hijo de la chingada?- Pregunto de vuelta el güero manríquez.
alzando la voz
-Ohh... ¿que pedo?-
Pregunto la voz
-¿Como que que pedo
cabrón, donde esta el perico?-
-Pues aquí en la
cantona...- Respondió la voz
-Mas te vale cabrón-
El güero manríquez. colgó el celular. Minutos después se
detuvieron frente a una pequeña casa de un piso con un carro chocado
y sin llantas en la entrada, -Vive en la mierda este cabrón-
-Si es un pinché
criko compadre, ¿a que le tira pues?- Pregunto el macana
-Voy a ver a ese
pendejo- Respondió el güero manríquez. y salio solo hasta la
puerta de la casa donde tuvo que tocar varias veces hasta que alguien
abrió lentamente la puerta. Era un hombre flaco en rompa interior
con el cabello alborotado y la vista cansada
-¿Que pedo?-
Pregunto el hombre
-¿Donde esta el
perico?- Pregunto güero manríquez. y el hombre miro adentro y
después volvió a mirar al güero manríquez.
-Por ahí...-
Respondió el hombre y sorbió algunos mocos como si estuviera
enfermo.
-¡Como que por ahí
hijo de la chingada!- El güero manríquez. abrió la puerta de golpe
tumbando al hombre, -¡Quiero esa chingadera ya!-
-No se... en la
mesa...- Dijo el hombre y el güero manríquez. reviso la mesa donde
había varias bolsas vacías y una bolsa llena de un polvo que,
esperaba, fuera cocaína, o perico como se le conoce coloquialmente
en esas partes, aunque la bolsa estaba a la mitad.
-Cabrón... te
chingaste quince bolsas- Dijo el güero manríquez. y miro al hombre.
-¿Como putas vergas te chingas quince bolsas?-
-No se...- Dijo el
hombre quien parecía estar desorientado ahora que se encontraba en
el piso, sus respuestas eran mecánicas, no conscientes o al menos no
lo aparentaban así.
-Hijo de la chingada
estas cabrón- El güero manríquez. camino de vuelta a la camioneta
e hizo algunas señas a los tripulantes -Saquen las cuerno de chivo-
Los cuatro tomaron
rifles de asalto AK-47 de la parte trasera de la camioneta y sacaron
varios cargadores en forma de barril. Ya al haber cargado todos sus
armas y preparado la primera bala se formaron en fila horizontal
frente a la casa y a la orden del güero manríquez. balearon todo.
Las balas estaban hechas para penetrar armaduras, las famosas balas
mata policías, destrozaron casi toda la casa y su estructura. Al
terminar la munición del primer cargador cambiaron a un cargador en
forma de banana y entraron a la casa donde habían tres cuerpos,
incluyendo al hombre que había traicionado al güero manríquez. No
quedaba nada con vida en aquel momento en esa casa, ni las moscas se
dignaban a hacer ruido.
-Chequen los pinches
cuartos- Ordeno el güero manríquez. y los hombres se dividieron
para buscar mas droga o dinero, lo que fuese que compensase por lo
que acababa de pasar. El primer en encontrar algo fue el mismo güero
manríquez., varias bolsas de cocaína escondidas dentro de un
mueble, aproximadamente unas cuarenta, algunas parecían ser producto
que el había pedido, no estaba seguro y no le importaba ya que había
recuperado su inversión inicial mas lo que pudiera sacar de lo otro.
El siguiente fue el macana, encontró los cuerpos de una mujer y un
joven en cuartos diferentes con heridas de balas por todos lados. El
as saco un trofeo hecho de oro puro que entrego al güero manríquez.
-El pendejo servia
para algo, o es robado. Igual pa` los tacos compadre- Dijo el As
-A huevo- Dijo el
güero manríquez. y se dio cuenta que de la parte superior del
trofeo sobre salía algo. Al quitar la tapa encontró miles de
dólares adentro en fajos de diferentes tamaños, -Mire no mas, y el
puto decía que no tenia ni pa` su pinché alma en pena. Gente jodida
que vive en la mierda pero caga oro, por eso no dejan de ser mierda,
por no ayudar ni al prójimo ni así. mismos-
-¡Oiga compadre,
venga acá!- Grito el Alambre y los tres se reunieron con el, en la
parte trasera, en un pequeño patio cerrado, había un niño de unos
cinco años escondiéndose debajo de un lavadero de piedra, -¿Que
hacemos con el?-
-¿Pues que cree?-
Pregunto el güero manríquez.
-¿Matarlo? Compadre
tiene cinco años- Dijo el Macana
-Si compadre, pero
aquí ni los niños chicos salen vivos, todos muertos- Respondió el
güero manríquez. con tono frió y levanto el rifle de asalto
apuntando al pequeño niño.
-Compadre, tenga
corazón, el chavalo, no sabe nada- Dijo el Macana, tartamudeaba al
hablar mientras trataba de calmar a su estimado compadre.
-¿Ta` chico el
morro?- Pregunto el güero manríquez., -aquí bien sabe compadre que
nadie puede salir con vida y si esta mal matar a un niño con Dios me
las arreglo cuando llegue al cielo-
El güero manríquez.
jalo suavemente el gatillo y dejo salir una bala que hizo un eco tan
grande que hasta hizo brincar a los otros tres hombres. La cabeza del
pequeño niño quedo destrozada y unos pedazos de carne quedaron
todavía colgando con varios otros fragmentos del cráneo y sesos
contra la pared del lavadero de piedra.
-Quemen esta
chingadera, que no quede huella de nada- Dijo el güero manríquez. y
volvió adentro. Sin dudar de las órdenes los hombres sacaron varios
botes de gasolina y la esparcieron por toda la casa. Al acabar solo
tuvieron que disparar una bala más y la casa entera se convirtió en
una bola de fuego. El grupo se retiro con la droga y el dinero para
reportarse nuevamente con el patrón el cual esperaba ansioso los
resultados.
Nadie supo nada,
nadie vio nada, los que vieron quedaron callados, sabiendo que su
vida pendía de un hilo, los que escucharon, se hicieron los sordos,
mejor así., nadie mas sale herido.
Un fragmento mas en
el eterno desierto de la historia que no tiene voz, ni rostro.
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