Cada ser humano es
una lagrima de Dios, que cae lentamente en la oscuridad, hacia lo
desconocido, llegando tal vez hacia lo que hoy conocemos como nuestro
mundo, un lugar lleno naturalmente de soledad y destrozo, el
sufrimiento mas puro de la esencia eterna que nos ha creado.
Espera que algún
día le perdonemos por arrojarnos de esa manera hacia el mundo y pide
que regresemos a su lado para acabar con esa terrible soledad que
azota su ser, hasta el momento nadie lo ha logrado ese cometido...
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