-Navarro,
despiértate desgraciado- La voz se escuchaba a lo lejos, lentamente
entonándose y fijándose hasta volverse coherente y agresivamente
molesta, una voz profunda y fuerte que termino por despertarla
completamente de un turbio sueño o pesadilla del cual no podía
escapar. -Despierta Navarro, muévete o haz algo-
Scott
Navarro se había quedado dormido nuevamente en su escritorio, al
menos esta vez había logrado quedarse ahí y no en el suelo o en
alguna otra parte de su oficina como el baño. Sobre de aquel viejo
escritorio tenia a su derecha unas botellas de alcohol barato vaciás
y un monte de cenizas, colillas y cajetillas vaciás a la izquierda,
el centro decorado por un peculiar cráneo con bigote largo, fino en
las puntas y grueso en la base, del un color blanco contrastante con
el del cráneo, que parecía observarle fijamente.
-Despiértate
que todavía estas a tiempo- Repitió la voz proviniendo a el como si
fuera un eco dentro del cráneo.
-¿A
tiempo para que?- Contesto con debilidad Navarro y observo un reloj
que tenia en la pared pero sin éxito alguno para diferencias los
números. -¿Que horas son?-
-Las
once de la mañana-
-Es
muy temprano todavía-
-Mira,
papanatas, levantate y muévete que tienes una boda a la cual debes
atender-
-Boda,
boda de quien; que carajos quieres Porfirio, otra vez estas
delirando-
-Escuchame
bien inútil, te lo dije una vez y te lo repito, que te muevas, la
boda no tarda en comenzar y debes ser testigo del evento-
-Para
que debo ser testigo, quien me invito, cuando, donde, como, por que-
-Se
casa tu mejor amigo y tu no te acuerdas, yo si y eso que soy un
cráneo en una mesa barata de madera comprimida-
-Mi
mejor amigo... ¿Félix?-
-El
único amigo que te queda, y yo, pero yo te odio a muerte-
-¿Con
quien se casa?-
-Tu ya
sabes con quien, no me deberías preguntar esto. Vete, haz algo útil
de tu patética vida y corre al registro civil-
-Bah...
que importa-
-Importa,
al menos así haces algo con tu patética existencia y tu nombre
sirve para comprobar algo mas que una cuenta larga de alcohol en
algún tugurio de mala muerte y las tiendas donde compras toda esta
porquería-
-¿A
que hora es?-
-Te
quedan cuarenta minutos aproximadamente-
-Carajo-
Navarro se acomodo en su silla, peinose rápidamente y observo unos
haces de luz que atravesaban por las persianas de la ventana
principal. -Oh no... la puta luz, por que, mi mas mortal enemigo-
-Usa
unos lentes oscuros y muévete-
-No se
ni siquiera--
-Segundo
cajón de la derecha, al fondo- Navarro busco en el segundo cajón de
la derecha y comenzó a mover todo lo que tenia ahí dentro, papeles
y basura en su mayoría, pero al fondo topo con un par de lentes
oscuros que se acomodo. -Muévete pedazo de inútil-
-Voy...
voy...-
-Las
llaves están en el primero a la izquierda, debajo de unos sobres
manila que tienen dinero- Navarro siguió nuevamente los pasos, tomo
algo de dinero y las llaves de su oficina y el Camaro.
-Bien,
nos vemos Porfirio-
-Espero
que jamas nos volvamos a ver, todos los días espero eso-
-Me
encargare de ahorcarte una vez que muera- Salio disparado de la
oficina a la calle, se tambaleo por los pasillos y escaleras pero de
alguna manera llego al mundo exterior, camino hacia el
estacionamiento donde guardaba su Camaro y lo monto, hizo rugir el
motor y salio volando hacia el registro civil de la ciudad. Ya una
vez ahí se estaciono en el primer lugar que encontró y quito a todo
aquel que le cortara el paso, buscando gente conocida, lo que fuera,
pero fue vagando que termino por llegar al lugar donde parecía que
se efectuaría la boda y justo a tiempo. Un grupo de personas
observaba a dos personas paradas frente al frente, tomados de la
mano. -Oh mierda, el puto de Porfirio no mentía-
-Navarro,
no eres bienvenido aquí- Un hombre se acerco rápidamente a Navarro,
vestido con su atuendo de forajido del oeste que chocaba con la
modernidad en una pésima combinación que le hacia ver como una caja
fuerte, no existía combinación real en lo que traía puesto. Su
vestimenta consistía de un sombrero vaquero, zarape, pantalones de
mezclilla, botas negras de trabajador industrial y una camiseta de
manga larga blanca, se le atravesó en el camino y debajo de su
zarape produjo una pistola nueve milímetros que quedaba unicamente a
su vista. -Alejate-
-No me
importa, creo que me merezco estar aquí y ver esto-
-Lo
único que te mereces es una putiza y un viaje directo sin regreso al
infierno. Te lo advierto, se que vienes a causar problemas y tengo
ordenes de no dejar a nadie pisar aquí al menos que fuese invitado-
-Yo
fui invitado-
-Lo
dudo mucho, Félix nunca te ha tenido en su mejor estima-
-Félix
es mi mejor amigo, dejame pasar maldito Ingles mamón o juro que te
quiebro en dos- Esa ultima linea fue escuchada hasta el fondo del
registro, en donde se encontraba la pareja esperando, y por inercia
Félix miro hacia atrás y vio a Navarro hablando con el Indio.
-¿Navarro,
que haces aquí?-
-Ya se
va- Respondió el Indio
-No,
no me voy. Debo estar aquí, hoy debo estar aquí, mi deber es estar
aquí-
-No
recuerdo haberte invitado, ¿como te enteraste?-
-Eso
es lo de menos, lo único que quiero es estar aquí sentado viendo
esto y... y... no se, sentirme bien-
-¿Sentirte
bien?-
-Creo
que si alguien se merece ser feliz eres tu, Félix, no creo que
conozca a otra persona que se lo merezca mas que tu-
-¿Estas
pedo otra vez o fumaste algo?-
-No
se... puede que si, pero no es el alcohol hablando, soy yo, el único
Scott Navarro, el que nunca se fue, el mejor de su generación, el
único que tenia futuro-
-Hasta
que te echaste a perder-
-No
fue mi culpa...- Félix estaba apunto de decir algo cuando Navarro lo
interrumpió con un suspiro y una ráfaga rápida. -No, no, ya se lo
que vas a decir, este pendejo que me va a decir a mi, y tienes razón,
y si, si es mi culpa, pero eso ya paso, no puedo hacer nada por ello,
y lo único que me queda es remediarlo-
-¿Y
como planeas hacer eso?-
-Estar
aquí y convivir contigo, la única persona que realmente me queda
después de todo lo que ha pasado, creo que es lo único que puedo
hacer por el momento hasta que encuentre exactamente que se supone
que deba hacer con mi vida-
-Lo
permitiré, Chris, dejalo ser-
-¿Que?-
El Indio miro a su jefe y después a Navarro. -¿Dejarlo aquí,
después de todo lo que ha pasado, se le puso blando de pronto el
corazón, jefe?-
-Dejalo
ser, suficientes problemas tiene ya como para que le echemos mas en
cara lo que ya sabe. Que tome asiento, se que no sera molestia-
-Claro-
Respondió Navarro y tomo asiento hasta atrás. -Claro que si-
Murmuro y se quedo en silencio.
-Enfrente-
Félix apunto a una silla vaciá al frente y todos le observaron,
después a Navarro y comenzaron a murmurar entre ellos.
-¿Seguro?-
-Claro-
-¿Esta
seguro?-
-Si-
-¿Si?-
-Carajo,
muévete y planta tu culo aquí enfrente, no te voy a rogar tampoco-
Al recibir esta orden Navarro se movió de inmediato a la posición
que le mencionaron y se acomodo en la silla.
El
matrimonio por el civil fue breve, mas breve de lo que esperaba, pero
durante ese tiempo Navarro tuvo tiempo para reflexionar algunas cosas
y concluyo tres puntos importantes.
Primero,
esto no debía de haber pasado, la boda, era algo que no se esperaba,
algo había detrás de eso pero sorprendentemente no le incomodaba,
cuales fueran los motivos detrás de ella le importaban poco pero si
le dejaban pensando en los otros dos; segundo, estaba a punto de
cumplir treinta y seis, la juventud se le había escapado como si
nada, ese terrible tres seguidos por la otra seria de números le
alarmaba y pensar que pronto venia un cuatro era mucho peor,
necesitaba hacer algo al respecto y renovarse, cambiar su imagen
urgentemente y dejar de lado su vida maltrecha; tres, era tiempo de
comenzar a ejercer como abogado y dejar el juego peligroso atrás,
tiempo de volverse honesto o tan honesto como le fuera posible,
tiempo de ver la luz.
Navarro
se quito los lentes y observo a sus alrededores, parecía como si
todo lo viese con nuevos ojos, todo era diferente a como el lo
concebía hasta ese momento. Cuando se anuncio el marido y mujer
todos aplaudieron y Navarro se apresuro a felicitarlos, dejando su
firma como testigo y algo de dinero a los recién casados para
después salir disparado de ahí hacia su oficina en donde encontró
al cráneo en el piso, sin su distintivo bigote o su mirada
penetrante, era un simple cráneo que el tiempo había desgastado y
que parecía estar apunto de deshacerse.
Lo
único que se le ocurrió en ese momento, y sin saber por que, fue el
destruir aquel horroroso objeto de un pisotón y una vez hecho se
quedo sentado en su silla, pensando.
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