Esperando en la noche un
grupo de gente se desesperaba ya que el ultimo transporte del día
había pasado.
-Ahora que, no hay un
transporte en kilómetros- Dijo uno de los alumnos el cual sonaba y
se veía bastante desconcertado
-Ya vendrá uno mas-
Respondió un hombre de traje, un profesor en la Universidad Autónoma
de Baja California, Campus Otay, lugar donde esperaban el transporte
carente.
-Esta seguro, por que a
las 10 dejan de pasar- El Profesor observo su reloj por un segundo y
asintió con la cabeza.
-Pasara, estoy seguro- No
terminaba de decirlo cuando de la lejana curva se divisaban las luces
de un transporte que se aproximaba a baja velocidad -Se los dije, ahí
viene-
-¡Que buena suerte!-
El transporte tardo unos
minutos en llegar y al pararse aquel armatoste se dieron cuenta que
venia vació a excepción de un conductor peculiarmente bien vestido,
en lo que cabe la palabra ya que la mayoría de los transportistas
nunca han sido muy formales en su vestimenta. El profesor fue el
primero en subir y estrecho la mano con el chófer para después
acercarse y susurrarle algo en el oído.
-Claro- Respondió el
conductor y dejo pasar a todo mundo, cobrándoles de manera
apresurada para que se pudieran refugiar de los frígidos vientos que
azotaban esporadicamente. -Todos van al centro?-
La respuesta fue unánime.
El chófer cerro la puerta y continuo lentamente el trayecto,
cortando camino en algunas secciones, y desviándose por completo en
otras. El viaje al principio fue ameno pero lentamente el vehículo
se torno caliente, demasiados cuerpos en un solo lugar fue la idea
inicial pero continuaba incrementando la temperatura a pesar de tener
todas las ventanas, al menos las que pudieran abrirse, abiertas por
completo, llego un punto donde las chamarras estaban fuera y todos
abordo se encontraban nadando en un mar de sudor y peste, el ambiente
cada vez mas insoportable. De pronto comenzaron a caer uno por uno a
los brazos de morfeo hasta que solo el profesor, el cual continuaba
con su vestimenta habitual, sin una gota de sudor corriendole y una
picara sonrisa, y el conductor, el cual se había convertido en una
imagen infernal de lo que fue, un esqueleto en llamas que manejaba a
toda velocidad por un camino que cada vez se iluminaba mas. El
infierno se aproximaba y el silencio se hacia cada vez mas fuerte.
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