Sunday, August 9, 2015

La casa al borde del fin del mundo

Cuarto día

No se cuanto va, no cabe ya lógica en mi cabeza de nada. Esta gente cada día se degenera mas. Me temo que todavía no llegan al grado de demencia al que yo he llegado, de considerarlos, me temo, comida. No, debo mantener la cordura, no soy como ellos, no soy un bárbaro.

¿Séptimo?

No existo. No pienso. El tiempo pasa. ¿Realmente pasa? Me mata el hambre. No hay nada. Solo ellos y yo. Son comida. Como en la televisión. Los tiene hipnotizados. Los puedo comer. No. ¿Si?

Si el infierno existe, debe ser una bendición…

Hambre. Sed.

Lo mas humano y compasivo hubiese sido morir en aquella casa llena de locos irreverentes, se me hubiera hecho mas sencillo comérmelos y ver cuanto mas aguantaba.

Eso quedo en el pasado.

Vivir en una casa perdida en el espacio es lo mas extraño posible, conocer nuestro destino es terrible pero terminar aquí es algo que nunca hubiera creído, es algo mas allá de todos nosotros.

Este lugar es horrible, placas de hielo enormes sobre placas de hielo enorme, extrañas y perfectas figuras se forman con cada soplo de este aire helado que casi revienta los huesos, grandes estructuras de metal retorcidas como si hubiesen sufrido de un intenso fuego y después fueron congeladas para ser recordadas hasta el fin del tiempo, estatuas de todos tamaños y figuras de criaturas que fueron, sus rostros petrificados con un horror que les domina ante todo, extremidades hacia todas direcciones, algunos objetos de formas extrañas me confunden y la vista se hunde en ellos, únicamente siendo rescatado de esta trampa por el incremente frío que nos rodea.

¿Pero quienes somos nosotros?

No se si los que me siguen son realmente sobrevivientes o filamentos de mi mente que ahora viven como otros yo dentro de mi.

¿Todo fue real para empezar?

Escucho una voz en el viento que me llama y llama… Dios, si existes, ayúdame y guíame en este momento donde no se que carajos esta pasando.

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