En el puente se mira el alba, la ciudad cobrando vida a la muerte de
las luces del hombre, ahí esperan miles el paso del tiempo
arrastrándose al infinito cuadro que llaman trabajo, que llaman
hogar, que llaman mercado, que llaman salida al mundo.
No hay nada realmente, todo se ve muy pequeño desde la altura de un
avion, son rayas, hormigas, nada para nadie y todo para algunos y
algo para todos, ridículo y estúpido.
Un gato observa desde uno de los lados del puente o tal vez el otro,
mira los grandes cubos de acero con curiosidad, las bocas abiertas,
los macabros gestos y el vacío de los ojos y lenguas.
Cae la lluvia, quema horrible y el gato sale como si fuera
perseguido, como si estuviera en llamas, es claro que el mundo es mas
que un infierno para el y se oculta en la oscuridad de un viejo
barril metálico, maúlla en soledad y mira como el siniestro cielo
sigue su caída sin dar mucha señal del amanecer que tanto desea, es
aquí donde se tira y lentamente deja salir una lágrima.
Una puerta se abre de golpe, hace eco en toda esquina, una figura
sale navegando a toda velocidad, es verde, es musgo y vida muerta, es
casi humano pero vuela mas lejos que este, un sobreviviente de una
oscuridad profunda que derrama basura y podredumbre, corre sin rumbo
pero eso no le impide esquivar todo.
El cielo se despeja pero la figura no para, corre mas rápido ahora
que todo ha cesado, corre por el gato, lo odia, mira al avión, lo
detesta, cruza el puente y termina toda la vida.
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