Veo
sus ojos muertos, mi mirada se fija en ellos y me encuentro atemorizado al
verlos tan vacios tanto en vida como en muerte... entro en el pánico mas grande
de mi vida. El arma sigue humeante, la enfundo y me acerco lentamente al hombre
que trato de matarme con su machete; fluye sangre de su vientre, la respiración
se vuelve entrecortada y parece entrar en shock pero sus ojos, sus ojos siguen
tan muertos como el momento en que le vi acecharme con su brutal arma de
salvaje. Es en un segundo, un instante de iluminación, cuando la vista de aquel
hombre cambia, su rostro no muestra dolor, extrañamente parece estar conforme
con su muerte y concuerda en su muerte, con el universo entero, que todo es
justo y correcto en lo que respecta al alcance del hombre.
"Pobre
Homero..." Dice la voz de uno de los cautivos y se quita su sombrero de
paja.
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