Arqueología e Historia de las Ideas. –
Foucault plantea las diferencias entre lo que se denomina
la Historia de las Ideas, este sistema que no parece estar bien definido o suena
como algo demasiado engorroso y complicado para poder ser trabajado
apropiadamente, sumido en miles de posibilidades que están atadas directamente
a las mentalidades que estudian, y la Arqueología, que define un aparato que no
fuese formalizador ni interpretativo.
La Historia de las Ideas. –
Se puede describir la Historia de las Ideas como la
Historia de las mentalidades, como la disciplina de las interferencias, la que
estudia los comienzos y los fines, describiendo las continuidades oscuras y de
los retornos, de la reconstitución de los desarrollos en la forma lineal de la
historia, atravesar las disciplinas existentes para tratarlas e interpretarlas,
es más un estilo de análisis y un sistema de perspectiva en donde se habla del
fondo empírico y no reflexivo, describe el paso del no-ser al ser, habla de
nacimientos sordos, de génesis, continuidad y totalización, de aquello que está
mal fundamentado y no tiene sistema formal, la filosofía espontanea de aquellos
que no filosofaban[1].
Un ejemplo que explica dentro de esta sección da a
entender cómo es que la Historia de las Ideas funciona en práctica:
Existen tres pasos que toma este conocimiento que
viaja del saber científico, al filosófico y eventualmente a las obras
literarias[2],
aunque consideremos que también puede viajar del conocimiento filosófico al
científico y ahí a la literatura, no debemos tampoco entender que ese modelo está
escrito en piedra ni que la literatura no pueda fungir como iniciador o
intermediario, este es simplemente el ejemplo que Foucault presenta.
Un ejemplo mas palpable es el de la Ciencia Ficción
como Literatura, en su momento tuvo un auge considerable y hoy esta ramificado
y vive al margen, el estudio de esta rama nos demuestra que su nombre deriva,
de manera algo obvia, de ciencias mas duras que en algunos casos pasaron por
otras ramas, como la Historia (Asimov y su antología de Fundación), Política,
(Heinlein y Tropas del Espacio) o Filosofía (Heinlein y Forastero en tierra
extraña), la escalera presentada funciona de arriba hacia abajo y viceversa al
realizar un análisis sobre estos temas que en su momento fueron una novedad y
hoy viven generalmente al margen a excepción cuando algo quiebra el paradigma o
el modelo sobre el cual fue construido para, eventualmente, caer hacia el borde.
Desde este meta, alejado en la temporalidad y espacio
en el que fue construido, se estudia esta trinidad, la trabaja el Historiador, Antropólogo,
Sociólogo o quien sea que tome el interés en esta rama, estudian algo caduco,
su propósito es encontrar todo aquello que esta oculto, tratar de obtener
nuevos significados que se nos han escapado.
Pero no todo es tan glorioso en este mundo de lo
marginal, y si somos honestos el trabajar o vivir con lo marginal no siempre ha
sido bien visto en la historia de la humanidad, el hecho de buscar trabajar con
este tipo de material presenta varias dificultades, mas allá de que buscamos
hablar de un discurso que puede o no existir y que se está forzando sobre el
objeto de estudio, por lo anterior debemos poner en la mesa la complejidad de
aterrizar una idea apropiadamente, la delimitación y discriminación de fuentes puede
ser complicado debido a la posibilidad de abundancia de ellas, tal vez Foucault
peca de esto en Vigilar y Castigar, y
parafraseando al mismo Foucault la Historia de las ideas estudian un objeto
incierto, con fronteras mal dibujadas y métodos tomados de acá y allá, sin
rectitud ni fijeza[3].
La Arqueología. –
¿Qué es la Arqueología que menciona Foucault? A través
de La arqueología del saber ha
explicado una serie de nociones, que incluye la formación discursiva, positivad
y archivo, y un dominio, que son los enunciados, el campo enunciativo y las
practicas discursivas, si bien menciona que es algo pretensioso agregar un
sistema más para el estudio del discurso cuando ya existen varios antes que
este. El propósito de liberarse o distanciarse de la Historia de las Ideas,
sobre la cual el mismo ha caído, es una de las razones de la existencia de lo
que él denomina Arqueología.
La razón mas importante expuesta por Foucault, o la
única tal vez, resuena profundamente en mi ser Historiador, no puedo condenarlo
ni juzgarlo, aunque sé que varios debieron hacerlo en su momento, la porción
que menciona puede reducirse apropiadamente en el siguiente renglón:
La extrema fidelidad del Historiador hacia lo que
añora, la gran sombra de otro tiempo.[4]
Si esto no hace temblar a un Historiador es por una de
dos razones, es muy ciego y mantiene una fe muy cerrada sobre lo que estudia o
no comprende lo que está haciendo, aunque lo pretenda, por ende, este tipo de
Historiador tiembla cuando le preguntan: “¿Para qué sirve la Historia?”
A falta de espacio los cuatro puntos que define
Foucault para diferenciar la Arqueología de la Historia de las Ideas se definen
de la siguiente forma, estos se encuentran de la página 233 a la 235 de la obra
anteriormente citada:
1.
Estudia
los discursos propiamente, en tanto que prácticas que obedecen a unas reglas.
Se dirige al discurso en su volumen propio, a título de monumento. No es una disciplina interpretativa: no busca “otro
discurso” más escondido. Se niega a ser “alegórica”.
2.
Definir
los discursos en su especificidad, mostrar en que el juego de las reglas que
ponen en obra es irreductible a cualquier otro; seguirlos a lo largo de sus
aristas exteriores y para subrayarlos mejor, lo anterior me hace recordar la
microhistoria italiana en donde el objeto de estudio es descrito por medio de
lo que le rodea, un ejemplo sería el cuadro de La Mona Lisa.
3.
No
trata de captar el momento en que esta se ha desprendido del horizonte anónimo,
ni psicología, ni sociología, ni más generalmente antropología de la creación.
Define unos tipos y reglas de prácticas discursivas que atraviesan unas obras
individuales, que a veces las gobiernan por entero y las dominan sin que se les
escape nada.
.
No
se proponer tratar de restituir lo que ha podido ser, no trata de repetir lo
que ha sido dicho incorporándosele en su misma identidad. No es la vuelta al
secreto mismo del origen, es la descripción sistemática de un discurso-objeto.
[1] Michel Foucault, “La
Arqueologia del Saber” (Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2002) p.
230 - 232
[2] Ibid p. 231
[3] Ibid p. 229
[4] Ibid p. 232